
¿Cómo funciona el cultivo del kiwi? Si quieres disfrutar del cultivo de esta exótica fruta en tu jardín, has llegado a la guía perfecta. En Vadecultivo nos encanta darte los recursos (en productos y artículos) para que consigas los mejores resultados.
Vamos con lo que te interesa:
El kiwi es una planta que, si le das el lugar y los cuidados que necesita, puedes llegar a disfrutarla mucho. Eso sí, antes de lanzarte a plantar, hay algunas cosas que deberías tener claras. Vamos paso a paso.
La época ideal para plantar kiwis es entre finales de otoño y el final del invierno, más concretamente de noviembre a febrero, cuando la planta está en reposo vegetativo.
Este periodo hace fácil que enraíce, sin que el frío extremo suponga un problema. Si vives en una zona con heladas frecuentes, espera a que el riesgo haya pasado.
El kiwi necesita un rincón resguardado del viento, ya que las corrientes fuertes pueden romper las flores y hacer mucho más difícil la polinización.
En su lugar, encuentra un sitio soleado o con semisombra, dependiendo de cómo sea el clima en tu zona. Si los veranos son muy calurosos, mejor evitar el sol directo todo el día y optar por un poco de sombra.
A los kiwis les gustan los suelos ligeramente ácidos (pH entre 5.5 y 6.5), profundos y con buen drenaje. Evita los terrenos arcillosos y compactos que retienen agua.
Si ese es tu caso, puedes mejorar la tierra mezclándola con compost, perlita o materia orgánica bien descompuesta.
Deja al menos 3 o 4 metros entre planta y planta. El kiwi es una trepadora vigorosa que con los años puede desarrollar troncos gruesos, así que necesita espacio y una estructura resistente donde apoyarse.
De hecho, el kiwi necesita una estructura firme desde el primer día. Puedes usar una pérgola, una espaldera o incluso una valla de jardín. Lo importante es que sea robusta, ya que la planta crecerá con fuerza y sus frutos pueden llegar a pesar bastante.
La mayoría de las variedades necesitan al menos una planta macho por cada 3 o 4 hembras, ya que son plantas dioicas.
Si no quieres complicarte, también existen variedades autofértiles, como la Jenny. Son más cómodas para jardines pequeños, aunque suelen dar menos frutos.
Asegúrate de que las floraciones coincidan para que haya polinización.
La paciencia es clave con el kiwi. Si has hecho las cosas bien desde el principio: has elegido una buena variedad, plantado en el lugar adecuado y le das los cuidados que necesita, lo normal es que empiece a darte frutos entre el tercer y el quinto año.
Al principio serán pocas unidades, pero a medida que la planta madura (hacia los 8 o 10 años) puede llegar a producir kilos y kilos de fruta cada temporada.
Eso sí, si plantas a partir de semilla, este plazo puede alargarse bastante más. Por eso, si quieres resultados más rápidos, puede ser mejor idea optar por ejemplares de vivero ya formados.
Durante los primeros meses, el kiwi necesita riego regular para que el sustrato esté siempre húmedo, sin llegar a crear un charco. Es importante que el agua drene bien para no asfixiar las raíces, que son muy sensibles a la falta de oxígeno.
En verano, lo ideal es regar cada 2 o 3 días si no llueve. Y en invierno, como la planta está en reposo, puedes espaciar mucho más los riegos.
El kiwi es una planta bastante exigente, sobre todo en épocas de crecimiento activo y fructificación. A partir del segundo año, te agradecerá un buen abono en primavera y verano.
Una opción ideal es el abono para cítricos, que también funciona de maravilla para frutales como el kiwi. Tiene nitrógeno para potenciar hojas verdes y sanas, y un buen equilibrio de potasio y fósforo para mejorar el sabor y la resistencia de los frutos.
También es interesante prestar atención a las carencias de hierro, algo muy habitual en kiwis, sobre todo si el suelo es calizo o alcalino. De hecho, si notas que las hojas amarillean puede que estén sufriendo clorosis férrica.
En ese caso, te recomendamos aplicar hierro líquido, un producto específico para prevenir y corregir esta carencia. Es apto para agricultura ecológica, y muy fácil de usar.
El kiwi crece con mucha fuerza y a veces necesitará que le paren los pies. Hay que hacer varias podas al año:
Poda de formación: En los primeros años, para guiar su crecimiento sobre la estructura.
Poda de invierno: Elimina ramas secas o las que ya hayan fructificado, y deja espacio para nuevos brotes.
Poda en verde (verano): Acorta los brotes justo tras el último fruto, para que concentre su energía en engordar los kiwis.
Con estas tres podas, tu planta crecerá sana, y además mejorará la producción de fruta.
Recuerda que el kiwi no lleva bien el calor excesivo ni las corrientes fuertes. Si vives en una zona muy calurosa, consigue que tenga sombra durante las horas más duras. Y, si hay mucho viento, usa barreras vegetales (otras plantas que la protejan) o coloca la planta junto a un muro.
Sin abejas, no hay kiwis, así de claro. Si has plantado variedades dioicas, necesitarás polinización cruzada entre macho y hembra, y para eso necesitas insectos polinizadores.
Puedes atraerlos con plantas melíferas cercanas o flores que florezcan al mismo tiempo. Evita abusar de productos químicos que puedan hacerle daño a los animales.
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